miércoles, 16 de julio de 2008

Civilización y barbarie

El tema de “civilización y barbarie” atraviesa toda la historia cultural de América Latina y hunde sus raíces en la misma acción del descubrimiento de América: la acción civilizadora de los españoles con respecto a las poblaciones indígenas, que representaban la encarnación de la barbarie.
En el siglo XVI, Europa o más específicamente españoles y portugueses emplean la figura del bárbaro como clave de interpretación sobre los indios de América, con lo que se inicia el proceso de barbarización del negro y posteriormente del indio. Pese a que el indio fue visto en algunas ocasiones como el buen salvaje y otras como un ser presa de sus instintos, degradado y corrompido, el hombre americano fue construido como la antítesis del hombre civilizado por excelencia, el hombre europeo. Semejante polémica atraviesa la época colonial hasta desembocar en el período independiente.
Las figuras del civilizado y del bárbaro alcanzaron en América Latina su formulación definitiva en la obra de Sarmiento.El argentino escribe, desterrado en Chile, la serie de artículos publicados en 1845 en el diario El Progreso con el título de Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina. Concibe este libro como un esquema para comprender la inestable estructura cultural y política de la Argentina sometida a la dictadura de Juan Manuel Rosas.
Partiendo de este objetivo inicial, establece un esquema sobre el cual se vertebra el total de la obra. Se trata de un doble sistema semántico tendiente por un lado, a la profundización y multiplicación de antagonismos: civilización / barbarie, ciudad / campo, unitarismo / federalismo, frac / poncho, europeos y estadounidenses / indios , teatros / pulperías...; y por el otro, a forzadas conexiones: el frac es civilización / el colorado es barbarie.
Sin embargo, hay sin duda un elemento que se impone a todos los otros como el verdadero generador de la barbarie en toda su extensión: la Naturaleza. Sarmiento reconoce el valor de la naturaleza americana como motivo de inspiración poética para el escritor nacional, expresándolo así: ”el pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza”. Pero, a su vez, le atribuye a ésta el origen de todos los males de la Argentina y lo ejemplifica a través de la biografía del personaje paradigmático de Facundo Quiroga, quien resulta ser el producto engendrado por la Naturaleza y representa, al mismo tiempo, a Juan Manuel de Rosas.
Según Sarmiento, el hombre tiene que adaptarse a la dura vida de la pampa, por lo que sufre una transformación tanto física como emocional. Sarmiento dice: “en llanuras tan dilatadas, en donde las sendas y caminos se cruzan en todas las direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal, y distinguirlas de entre mil, conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o vacío: esta es una ciencia casera y popular”. Con esta cita, Sarmiento nos muestra que para sobrevivir, el hombre gaucho tiene que aprender de los animales, lo que indica una vuelta a la barbarie. El autor subraya que las inmensas distancias entre las comunidades de la pampa y las condiciones tan rurales y aisladas de la población contribuyen al fracaso del sistema político y educativo y, en efecto, a la barbarie inevitable de la gente. Esta dispersión se debe a la falta de todos los medios de la civilización y el progreso que no pueden desenvolverse sino a condición de que los hombres estén reunidos en sociedades numerosas.
De este modo, gracias a la concentración urbana el ser humano puede acceder a una educación común, popular, democrática y relacionarse con los otros hombres, formar su propias ideas y tomar decisiones políticas responsables.Para fomentar este tipo de individuo pensante había que educarlo en las modernas disciplinas del saber europeo: las ciencias, las humanidades, las artes, la literatura y la historia. Y así, crear la sociedad liberal que, en 1845, con el tirano Rosas en el poder no existía en Argentina. El proceso de civilización de la futura República Argentina requería a su vez de otro importantísimo factor: facilitar la immigración europea para así poblar la vacía geografía argentina. Sin embargo, este proceso implicaba la aniquilación del indio, al que calificaba de salvaje y, por tanto, como una amenaza de volver al estado bárbaro sino se eliminaba de la faz argentina.
El gaucho, de enorme peso histórico, sería socialmente superado por el progreso. Quedaría como un representante de la nación primitiva y bárbara. El argentino del futuro sería un individuo civilizado, urbano, educado y trabajador. Este sueño, en 1845, cuando escribió el Facundo parecía muy lejano. Pocos años después, él mismo y sus compañeros de generación lo llevarían a la práctica, participando activamente en la vida política. Entonces comprendería también que el paraíso liberal tenía sus limitaciones.

1 comentario:

Anonimo dijo...

Trabajo extraído (copiar y pegar) de
http://www.revista.agulha.nom.br/ag26favaretto.htm

http://html.rincondelvago.com/civilizacion-y-barbarie_domingo-faustino-sarmiento.html

http://www.sarmiento.org.ar/conf_JPerez.htm

nota 1 (uno)